viernes, mayo 31, 2013

¿Hemos pasado de un monopolio estatal de combustibles de automoción a un monopolio privado?


En 1927 fue creada la CAMPSA (Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos Sociedad Anónima), para administrar el monopolio estatal de petróleos de acuerdo con el Real Decreto Ley del 28 de junio de 1927. Era una empresa mixta, privada-pública. En 1977 la participación del Estado fue del 50%. Esta compañía distribuía los productos petrolíferos que compraba a las refinerías españolas a precios calculados según una fórmula en función de los precios internacionales de crudo y productos y de otros factores. Por lo tanto no existía competición en el mercado entre las empresas refinadoras privadas. En 1992 la red de distribución de la compañía fue disuelta con el ingreso de España en la Comunidad Europea, que no permite la existencia de monopolios. La marca CAMPSA fue incorporada en REPSOL, empresa creada en 1986, y CAMPSA dejó de existir como empresa. Paulatinamente REPSOL ha ido sustituyendo las estaciones de servicio de la marca CAMPSA por las de su propia marca REPSOL, aunque todavía algunas la mantienen.



¿Pero, ha desaparecido en realidad el monopolio de los combustibles del petróleo? ¿O sigue existiendo en algunas formas, esta vez por parte del conjunto de las compañías?

El pasado 29 de mayo la Comisión Nacional de la Competencia emitió el siguiente comunicado de prensa:

“Los días 27 y 28 de mayo, inspectores de la Dirección de Investigación de la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) han llevado a cabo inspecciones en varias compañías operadoras de productos petrolíferos y en una asociación sectorial, bajo la sospecha de posibles prácticas anticompetitivas, consistentes en la coordinación de conductas entre operadores en materia de precios y condiciones comerciales en la distribución de combustibles de automoción a través de estaciones de servicio.

Este sector ha sido recurrentemente objeto de interés por la autoridad de competencia española, que ha venido realizando un seguimiento constante del mismo, producto del cual se han emitido una serie de informes en los que la CNC ha puesto de manifiesto el problema de la falta de competencia en el sector, tras constatar un incremento significativo en el precio de los carburantes, en un contexto de niveles generales de precios minoristas (antes de impuestos) más elevados que los registrados en países de nuestro entorno.

Por su parte, la Comisión Nacional de Energía (CNE) también se ha hecho eco en sus informes de supervisión del alineamiento general de los precios de venta al público de los combustibles de automoción y, más recientemente, ha hecho público el inicio de un expediente informativo con el objeto de determinar la causa del denominado “efecto lunes” (patrón común consistente en la bajada del precio entre el domingo y el lunes que se acompaña de una subida posterior a partir del martes no justificada por la evolución de las cotizaciones internacionales) e identificar qué operadores pudieran estar siendo responsables de las citadas actuaciones y comprobar si estas conductas se ajustan a la legalidad.

Las inspecciones suponen un paso preliminar en el proceso de investigación de la supuesta conducta anticompetitiva y no prejuzgan el resultado de la investigación ni la culpabilidad de la entidades inspeccionadas. En el caso de acreditarse algún indicio se procedería a la incoación formal del expediente, pues tales conductas restrictivas constituirían una infracción del artículo 1 de la Ley 15/2007, de 3 de julio, de Defensa de la Competencia y del artículo 101 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. Estas conductas se consideran como una infracción muy grave, que podría suponer una multa de hasta el 10% del volumen de negocios total de las empresas infractoras en el ejercicio inmediatamente anterior al de imposición de la multa.”


Hay también otros aspectos de una falta aparente de competencia entre las empresas de combustibles petrolíferos. En un reciente viaje en coche por dos autopistas, cada una con alrededor de 300 Km de longitud, constaté que prácticamente todas las estaciones de servicios de cada autopista eran de una sola empresa, una empresa diferente en cada autopista. Además da el caso que una de las autopistas transcurre en gran parte en una región de una refinería, cuya empresa no tenía estación de servicio alguna en la práctica totalidad de la citada autopista. En las dos autopistas los precios de los combustibles eran muy similares. Una “casualidad” que sorprende. En estas autopistas es imposible elegir entre marcas de combustible. Da la impresión que la distribución de combustibles en algunas (¿o muchas?) autopistas se parece a un monopolio de las empresas.
 
 
 

miércoles, mayo 08, 2013

En el Día de Europa es bueno recordar por qué, para qué y cómo se creó la Unión Europa.



El 9 de mayo, “Día de Europa”, celebramos el 63 aniversario de la Declaración de Robert Schuman, Ministro francés de Asuntos Exteriores en 1950 (*). Fue hecha tan solo cinco años después de la II Guerra Mundial, cuyas atrocidades todavía estaban muy vivas en las mentes y en los corazones de la gente. Ese día de mayo Robert Schuman propuso la creación de una Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), de la que en sus principios formaron parte Francia, Alemania Occidental, Italia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo (Antes, en 1944, ya se había constituido la BENELUX, la asociación entre los tres últimos países inmediatamente después de que fueron liberados de la ocupación alemana).   En la CECA estos países iban a poner en común su producción de carbón y de acero. “La solidaridad de producción que así se cree pondrá de manifiesto que cualquier guerra entre Francia y Alemania no sólo resulta impensable, sino materialmente imposible”, decía Robert Schuman. Fue un acierto.


“Nuestra Unión no es muy vieja, solo 63, muy joven comparado a la mayoría de nuestros países”, dijo el Presidente del Consejo europeo, Herman Van Rompuy, el pasado 7 de mayo en un discurso sobre el futuro de Europa ante los estudiantes en el gran auditorio de la Universidad de Helsinki, “Pero aunque no podemos mirar mucho hacía atrás, hay mucha inspiración que se puede sacar de estas seis décadas. Desde ese día de mayo cuando Robert Schuman venía con una propuesta radical para hacer imposible la guerra entre nuestros países. Con el tiempo, esta propuesta transformaría nuestro continente.” Diciendo esto, Herman Van Rompuy se basó en la frase de Winston Churchill “Cuanto más hacia atrás puedes mirar, más  lejos hacía delante probablemente puedas ver”.

Es bueno recordar hoy los primeros párrafos de la Declaración de Robert Schuman:

La paz mundial no puede salvaguardarse sin unos esfuerzos creadores equiparables a los peligros que la amenazan.

La contribución que una Europa organizada y viva puede aportar a la civilización es indispensable para el mantenimiento de unas relaciones pacíficas. Francia, defensora desde hace más de veinte años de una Europa unida, ha tenido siempre como objetivo esencial servir a la paz. Europa no se construyó y hubo la guerra.

Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho. La agrupación de las naciones europeas exige que la oposición secular entre Francia y Alemania quede superada, por lo que la acción emprendida debe afectar en primer lugar a Francia y Alemania.

Con este fin, el Gobierno francés propone actuar de inmediato sobre un punto limitado, pero decisivo.

El Gobierno francés propone que se someta el conjunto de la producción franco-alemana de carbón y de acero a una Alta Autoridad común, en una organización abierta a los demás países de Europa.

La puesta en común de las producciones de carbón y de acero garantizará inmediatamente la creación de bases comunes de desarrollo económico, primera etapa de la federación europea, y cambiará el destino de esas regiones, que durante tanto tiempo se han dedicado a la fabricación de armas, de las que ellas mismas han sido las primeras víctimas.

La solidaridad de producción que así se cree pondrá de manifiesto que cualquier guerra entre Francia y Alemania no sólo resulta impensable, sino materialmente imposible. La creación de esa potente unidad de producción, abierta a todos los países que deseen participar en ella, proporcionará a todos los países a los que agrupe los elementos fundamentales de la producción industrial en las mismas condiciones y sentará los cimientos reales de su unificación económica.

El Muro de Berlín y la Puerta de Brandemburgo en Mini Europa, Bruselas (Foto R. Aga)
 
 
Fue una brillante idea, la de Robert Schuman, dijo Herman Van Rompuy a los estudiantes finlandeses, y les recordó que la construcción europea no se hizo de un día para otro. “Se hizo paso a paso”, dijo, “mediante logros concretos: esto siempre ha sido el método. También es bueno recordar que estos pasos, también los que sirvieron para crear el mercado, siempre estaban ligados a eventos concretos y situaciones históricas. Era verdad al principio en 1950, con una idea brillante avanzada en el contexto del principio de la Guerra Fría. Un encuentro de visión y necesidad. Entonces otra aceleración de la historia liberó el espacio al este de la Cortina de Acero” (La caída del Muro de Berlín y la reunificación alemana)… y hablando de la situación actual les dijo “Desde el principio de la crisis del crédito en 2008 vivimos en otro periodo de transformación, global y en Europa. Es historia la que se está haciendo. La Unión Europea raramente ha estado tan central en el debate público como hoy. Debates en la sombra de la crisis financiera por suerte, pero al mismo tiempo debates que son muy necesarios que tengan lugar. Pero creo firmemente que saldremos fortalecidos de esta experiencia. Estamos aprendiendo a no dar nada por sentado. Que necesitamos trabajar más fuerte para conservar lo que realmente nos importa. Nuestra calidad de vida,  la prosperidad de nuestras economías, nuestra posición en el mundo. Y que también debemos alimentar nuestras bazas más fuertes: la libertad compartida, los valores compartidos y los lazos estrechos que unen a nuestros países y a nuestras gentes. Pienso que, cuando las últimas nubes negras de la crisis y que seremos capaces de mirar hacia atrás con más serenidad a todos estos años tumultuosos, un gran cambio se manifestará con claridad. Cómo en la crisis nuestros países se habrán dado cuenta de la verdadera magnitud de su interdependencia.”

La solidaridad que inspiró la creación y el desarrollo de la Unión Europea es también hoy muy necesaria.

 

(*) Daba la casualidad que 1950 era también un “Año Santo”, bajo el papado de Pio XII. Sigo recordando el viaje inolvidable que hicimos a Roma, los scouts de Bélgica, en un tren especial desde Bruselas para reunirnos en Roma con scouts de todo el mundo. Yo tenía entonces 15 años. Tenía 10 cuando terminó la guerra. Mis padres no eran muy aficionados a exhibir banderas, pero ese día colgamos la bandera belga en la fachada de nuestra casa, todos los ciudadanos la exhibían. No era entonces ningún símbolo político. Era la expresión de la libertad después de la opresión.

jueves, mayo 02, 2013

¿Tomarán la Unión Europea y sus miembros por fin medidas serias contra el fraude y la evasión fiscal?


Por lo menos es lo que ha propuesto hoy, 2 de mayo, el Presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy, en su conferencia de prensa, después de su encuentro en Lisboa con el Primer Ministro de Portugal, Pedro Passos Coelho

“Discutiremos sobre la energía así como sobre la evasión de impuestos y el fraude fiscal. Doy una importancia particular a estos asuntos.
Especialmente en tiempos de crisis, es esencial que el peso sea compartido de forma equitativa y que todos los ciudadanos, todas las empresas contribuyan al esfuerzo común. Es un asunto de justicia social. Por ejemplo, en lo que se refiere al intercambio automático de información para poner fin a la evasión de impuestos y mejores vías para parar el fraude del IVA. En toda Europa hay miles de millones de euros en juego.”

En su discurso en la Conferencia de Estoril ya se había pronunciado en términos similares: “Luchar contra el fraude fiscal y la evasión de impuestos es de una importancia crítica, y es por lo que he puesto el asunto arriba en la agenda de nuestra próxima cumbre europea a finales de Mayo.”

Esperemos que vaya en serio, no solo el intercambio de información entre los países sino también entre las diferentes haciendas dentro de un mismo país, y la persecución del fraude. No puede ser que los que más tienen menos contribuyan.  No puede ser que dentro de la propia Unión haya paraísos fiscales. La unidad fiscal europea ya es una necesidad.

Si hay que aumentar impuestos que sea sobre artículos de lujo, que en tiempo de crisis sobran. No sobre productos y proyectos vitales, sociales, educativos y culturales.
Ser, Saber, Sentir