En 1927 fue creada la CAMPSA (Compañía
Arrendataria del Monopolio de Petróleos Sociedad Anónima), para
administrar el monopolio estatal de petróleos
de acuerdo con el Real Decreto Ley del 28 de junio de 1927.
Era una empresa mixta, privada-pública. En 1977 la participación del Estado fue
del 50%. Esta compañía distribuía los productos petrolíferos que compraba a las
refinerías españolas a precios calculados según una fórmula en función de los
precios internacionales de crudo y productos y de otros factores. Por lo tanto
no existía competición en el mercado entre las empresas refinadoras privadas. En
1992 la red de distribución de la compañía fue disuelta con el ingreso de
España en la Comunidad Europea, que no permite la existencia de monopolios. La
marca CAMPSA fue incorporada en REPSOL, empresa creada en 1986, y CAMPSA dejó
de existir como empresa. Paulatinamente REPSOL ha ido sustituyendo las estaciones
de servicio de la marca CAMPSA por las de su propia marca REPSOL, aunque
todavía algunas la mantienen.
¿Pero, ha
desaparecido en realidad el monopolio de los combustibles del petróleo? ¿O
sigue existiendo en algunas formas, esta vez por parte del conjunto de las
compañías?
El pasado 29 de mayo
la Comisión Nacional de la Competencia emitió el siguiente comunicado de prensa:
“Los días 27 y 28 de mayo, inspectores de la Dirección de
Investigación de la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) han llevado a
cabo inspecciones en varias compañías operadoras de productos petrolíferos y en
una asociación sectorial, bajo la sospecha de posibles prácticas
anticompetitivas, consistentes en la coordinación de conductas entre operadores
en materia de precios y condiciones comerciales en la distribución de
combustibles de automoción a través de estaciones de servicio.
Este sector ha sido recurrentemente objeto de interés por
la autoridad de competencia española, que ha venido realizando un seguimiento
constante del mismo, producto del cual se han emitido una serie de informes en
los que la CNC ha puesto de manifiesto el problema de la falta de competencia
en el sector, tras constatar un incremento significativo en el precio de los
carburantes, en un contexto de niveles generales de precios minoristas (antes
de impuestos) más elevados que los registrados en países de nuestro entorno.
Por su parte, la Comisión Nacional de Energía (CNE)
también se ha hecho eco en sus informes de supervisión del alineamiento general
de los precios de venta al público de los combustibles de automoción y, más
recientemente, ha hecho público el inicio de un expediente informativo con el
objeto de determinar la causa del denominado “efecto lunes” (patrón común
consistente en la bajada del precio entre el domingo y el lunes que se acompaña
de una subida posterior a partir del martes no justificada por la evolución de
las cotizaciones internacionales) e identificar qué operadores pudieran estar
siendo responsables de las citadas actuaciones y comprobar si estas conductas
se ajustan a la legalidad.
Las inspecciones suponen un paso preliminar en el proceso
de investigación de la supuesta conducta anticompetitiva y no prejuzgan el
resultado de la investigación ni la culpabilidad de la entidades inspeccionadas.
En el caso de acreditarse algún indicio se procedería a la incoación formal del
expediente, pues tales conductas restrictivas constituirían una infracción del
artículo 1 de la Ley 15/2007, de 3 de julio, de Defensa de la Competencia y del
artículo 101 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. Estas conductas
se consideran como una infracción muy grave, que podría suponer una multa de
hasta el 10% del volumen de negocios total de las empresas infractoras en el
ejercicio inmediatamente anterior al de imposición de la multa.”
Hay también otros aspectos de una falta aparente de competencia entre las empresas de combustibles petrolíferos. En un reciente viaje en coche por dos autopistas, cada una con alrededor de 300 Km de longitud, constaté que prácticamente todas las estaciones de servicios de cada autopista eran de una sola empresa, una empresa diferente en cada autopista. Además da el caso que una de las autopistas transcurre en gran parte en una región de una refinería, cuya empresa no tenía estación de servicio alguna en la práctica totalidad de la citada autopista. En las dos autopistas los precios de los combustibles eran muy similares. Una “casualidad” que sorprende. En estas autopistas es imposible elegir entre marcas de combustible. Da la impresión que la distribución de combustibles en algunas (¿o muchas?) autopistas se parece a un monopolio de las empresas.
Hay también otros aspectos de una falta aparente de competencia entre las empresas de combustibles petrolíferos. En un reciente viaje en coche por dos autopistas, cada una con alrededor de 300 Km de longitud, constaté que prácticamente todas las estaciones de servicios de cada autopista eran de una sola empresa, una empresa diferente en cada autopista. Además da el caso que una de las autopistas transcurre en gran parte en una región de una refinería, cuya empresa no tenía estación de servicio alguna en la práctica totalidad de la citada autopista. En las dos autopistas los precios de los combustibles eran muy similares. Una “casualidad” que sorprende. En estas autopistas es imposible elegir entre marcas de combustible. Da la impresión que la distribución de combustibles en algunas (¿o muchas?) autopistas se parece a un monopolio de las empresas.