El ruido es lo opuesto al silencio, que es “el idioma que hablamos todos cuando nos callamos”, como dijo el conocido columnista Manuel Alcántara. Pero cuando nos ponemos en el otro extremo y nos ponemos a gritar, hablamos todos el idioma de los decibelios. Y algunos baten marcas mundiales.
Allí está el ejemplo el gato Smokey, de la señora Adams de Pitsford en Northampton, que alcanzó 92 decibelios ronroneando. El mismo ruido que experimentas cuando estas mirando a un Boeing 737 que hace la maniobra de aterrizaje, afirman en
Mail Online, la versión de internet del Daily Mail. O el equivalente del ruido que mete un coche que pasa a unos metros de nosotros. Y según su ama, “suena como si una paloma se ha atascado en su garganta”. En el libro de los Records de Guinness parece que hay un apartado para el ronroneo de los gatos. Pero lo de Smokey no les parece todavía bastante fuerte…
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