El conocido científico JoséMaría Mato piensa que no se debe enseñar religión y ciencia en un mismo
colegio, pero admite que nadie está de acuerdo con él. (“nadie”, no sé, pero
algunos sí estarán de acuerdo con el…). Yo estoy en total desacuerdo.
En el suplemento ‘Ciencia’ de El Correo, del 27
julio 2012, el periodista Luis Alfonso Gamez entrevista a Mato. Es oportuno
comentar algunos párrafos que ha pronunciado el científico.
Cito:
“Yo solo creo en la ciencia. Si uno tiene otras creencias, a lo mejor puede
vivir cómodamente si este edificio se le cae. Pero yo solo creo en la ciencia;
es mi única creencia. Imagínate a alguien que tiene una firme convicción
religiosa y, de repente, por alguna razón deja de creer porque algo se
desvanece. ¡Debe ser terrible! Si uno de los pilares de la ciencia, la
estructura de la materia, de lo que estamos hechos, se desmorona, yo, que no
tengo fe, me sentiría fatal. ¡Este descubrimiento es fantástico!” (Pues, no veo razón de sentirse fatal porque quizás este pilar de la
ciencia fue erróneo y abre nuevas perspectivas. Entonces sería una razón para
alegrarse de que no seguimos por un mal camino. Da la impresión que la ciencia
es para Mato como una religión y los efectos o sentimientos que producen la
ciencia en él son parecidos a la de una religión en un creyente)
Los límites del conocimiento y el pensamiento
abstracto… “Creemos que tiene que haber
límites al conocimiento científico. ¿Hasta dónde puede comprender la mente
humana? ¿Podemos comprender el origen del Universo desde el comienzo? ¿Podremos
comprender cómo se hace un pensamiento abstracto?” (Estas son reflexiones
muy oportunas. Sobre todo esta facultad exclusiva del ser humano de tener
pensamientos abstractos, que deja abierto la puerta a considerar que no somos solo
materia y energía, y que en el ser humano hay algo que transciende a lo
puramente material; que pueda existir también un mundo espiritual. De todas
formas no tenemos ni la más remota idea de lo que puede estar pasando en un planeta
de una galaxia a siglos luz de la nuestra)
La evolución, el ordenador y el cerebro… “No hay ningún propósito en ninguna especie;
las cosas ocurren porque ocurren. El Universo no tiene ningún propósito. No hay
en nosotros ningún principio extraordinario. Hasta las bases del pensamiento
abstracto tienen que estar en los microorganismos. Tenemos de especial que
hemos sido capaces de salirnos de la evolución. Ya no la necesitamos para
evolucionar. Disponemos de herramientas más precisas que los dedos, ordenadores
que hacen cosas impensables para el cerebro…” (Que las bases del
pensamiento abstracto tienen que estar en los microorganismos es un supuesto,
que dudo que nunca pueda ser demostrado. Es verdad que hemos sido capaces de
salirnos de la evolución… en algunos aspectos. Pero no podemos pararla y no
podemos eliminar nuestro propio envejecimiento aunque podemos eliminar o
retrasar algunas arrugas gracias a la ciencia. Estamos todos ‘condenados’ a
morir. Si pudiéramos evitar la muerte y vivir sin límite, nos mataríamos los
unos a los otros para sobrevivir en este mundo limitado. Y los ordenadores
pueden contener muchos más bytes que un cerebro humano pero es una máquina que,
por muy potente que sea, es tonta, porque si el ser humano lo programa mal o
introduce datos erróneos, los resultados serán erróneos. He conocido el caso de
un joven ingeniero inexperto que afirmaba que una solución de un problema
técnico era correcta ‘porque la había dado el ordenador’, pero para el
ingeniero experto este resultado no tenía sentido, porque su experiencia le
permitía interpretar y contrastar los ‘inputs’ y los ‘outputs’ del ordenador.)
Dogmatismo y fundamentalismo… “Si tienes pasión por explorar e interpretar la realidad y alguien te
dice que hay verdades fundamentales que lo son porque sí, eso te desanima a la
hora de buscar. Yo creo que no se pueden enseñar en el mismo colegio religión y
ciencia. Nadie está de acuerdo conmigo en esto; pero no me puede importar
menos.” “En el colegio es donde se educa, donde se guía esa inquietud por
explorar el Universo con los sentidos, con el lenguaje… Si, en ese mismo sitio,
hay una clase en la que dicen que todo está perfectamente definido desde hace
2000 años, no hay nada que hacer. No estoy en contra de que se enseñe religión,
porque cada uno tiene sus creencias, pero hay que hacerlo en otro sitio. La
catequesis no se puede impartir dentro del colegio. No puedes dar un concepto
de todo, una explicación dogmática a todo, y a la vez enseñar química, física,
biología… Resulta perturbador. Ciencia y religión son dos cosas inmiscibles.”
No sé a qué ‘verdades fundamentales’ se refiere
Mato. Está claro que hay religiones o religiosos fundamentalistas, o
pensamientos religiosos fundamentalistas, pero es un error generalizar. (El
mismo Islam no es una religión ‘uniforme’) Para opinar hay que profundizar en
las religiones y en sus orígenes. Hay interpretaciones fundamentalistas, y
otras más progresistas, que tienen en cuenta que las sociedades y culturas
cambian con el tiempo y con el desarrollo del conocimiento. Un creyente que
piensa, reflexiona y profundiza, sabe relativar. Lo que se explicaba hace dos
mil años (o más) hay que situarlo en un contexto de hace dos mil años (o más).
No es importante lo textual, lo importante es el mensaje que hay detrás, porque
la esencia del ser humano no ha cambiado en miles de años. Se puede enseñar
perfectamente en un mismo colegio la religión y la ciencia. Una aberración
sería enseñar ciencia en la clase de religión, o religión en la clase de
ciencia. Con el razonamiento de Mato, un sacerdote no debería enseñar ciencia.
Pues, Georges
Lemaitre, ‘padre’ de la teoría
del Big Bang, era un sacerdote católico al mismo tiempo que astrofísico, catedrático
de la Universidad Católica de Lovaina, una universidad donde se enseña sin
problema alguno teología y ciencia. Y, a pesar de ser una universidad católica,
admite a creyentes del Islam y que tengan su club estudiantil islámico
reconocido (la Asociación
Internacional de Estudiantes Musulmanes de Lovaina), y admite a no
creyentes también, mientras no sean fundamentalistas religiosos o ateos (que
también existe el fundamentalismo ateo)… Y muchos de los premios Nobel eran
judíos, que sabían muy bien que la religión es una cosa y la ciencia otra, y
que no deben entrar necesariamente en conflicto. … Salvo si el objeto de la
ciencia choca contra la ética, que no es solo la ética religiosa y puede ser en
la mayoría de los casos una ética basada simplemente en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. ¿Hay alguien que consideraría a esta
Declaración un ‘dogmatismo’; una verdad ‘porque sí’? ¿O es que la Declaración
de los Derechos Humanos no pone límites a la investigación? La investigación
para aumentar el conocimiento sí tiene límites.
Mato dice él mismo con razón que “ciencia y religión son dos cosas
inmiscibles”. Pero esto no quiere decir que son incompatibles o que no
puedan coexistir en un mismo lugar. A nadie se le ocurre mezclar un tinto de
reserva con una lejía. Sin embargo conviven perfectamente en el mismo hogar,
pero en espacios diferentes.
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