Así lo
define la ONU en su página web dedicada
a este día:
“La justicia social es un principio fundamental para la convivencia
pacífica y próspera, dentro y entre las naciones. Defendemos los principios de
justicia social cuando promovemos la igualdad de género o los derechos de los
pueblos indígenas y de los migrantes. Promovemos la justicia social cuando
eliminamos las barreras que enfrentan las personas por motivos de género, edad,
raza, etnia, religión, cultura o discapacidad.
Para las Naciones Unidas, la búsqueda de la justicia social para todos es
el núcleo de nuestra misión global para promover el desarrollo y la dignidad
humana. La adopción por la Organización Internacional del Trabajo de la
Declaración de la Organización Internacional del Trabajo sobre la justicia
social para una globalización equitativa es sólo un ejemplo reciente del
compromiso del sistema de las Naciones Unidas para la justicia social. La
Declaración se centra en garantizar resultados equitativos para todos a través
del empleo, la protección social, el diálogo social, y los principios y
derechos fundamentales en el trabajo.
La Asamblea General proclamó el 20 de febrero Día Mundial de la Justicia
Social en 2007, al invitar a los Estados Miembros a dedicar este día especial a
promover, a nivel nacional, actividades concretas que se ajusten a los
objetivos y las metas de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social y el
vigésimo cuarto período extraordinario de sesiones de la Asamblea General.”
“Erradicar
la pobreza extrema y el hambre”: Punto 1º de los Objetivos de Desarrollo del Milenio
El año pasado el Secretario General de las Naciones Unidas emitió este
mensaje:
“Al celebrar el Día Mundial de la Justicia Social, son
muchos los lugares en que las oportunidades aumentan para unos pocos mientras
que la gran mayoría solo ve ampliarse la desigualdad.
La creciente desigualdad menoscaba los progresos
realizados por la comunidad internacional a la hora de sacar a millones de
personas de la pobreza y crear un mundo más justo.
La brecha se observa en la contracción de los salarios
de las mujeres y los jóvenes y el acceso limitado a la educación, los servicios
de salud y el empleo decente.
Debemos fortalecer y consolidar las instituciones y
formular políticas que promuevan un desarrollo inclusivo.
Al aprobar los Objetivos de Desarrollo del Milenio
(ODM), los dirigentes mundiales se comprometieron a crear un mundo más
equitativo y justo. Se han realizado importantes avances en pro de la
ampliación de las oportunidades de trabajo decente, el fortalecimiento de la
protección social y la mejora de los servicios públicos.
Sin embargo, a pesar de estos avances, miles de millones de personas
dependen urgentemente de nuestros esfuerzos concretos y persistentes. Debemos
acelerar nuestra labor para cumplir los ODM en el plazo fijado de 2015 y a la
vez ir más allá para definir nuevos objetivos de desarrollo sostenible.
En nuestro empeño por crear el mundo que queremos, redoblemos nuestros
esfuerzos para lograr un modelo de desarrollo más inclusivo, equitativo y
sostenible, basado en el diálogo, la transparencia y la justicia social.”
Hasta hace poco se hablaba del desequilibrio entre los países desarrollados
y los del “tercer mundo”. Hoy observamos grandes desequilibrios dentro de los
propios países desarrollados. La llamada brecha entre ricos y pobres. El crecimiento en direcciones opuestas: Crece la riqueza
de los ricos y crece la pobreza de los pobres. Se habla de esto casi todos los
días, no solo en este día de la ONU.
Es preciso actuar.
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