"Es necesario cultivar el espíritu de reconciliación, sacrificado y generoso, que presidió la vida social y política en los años llamados de la transición a la democracia. A veces es necesario saber olvidar… en virtud de una voluntad de reconciliación y de perdón verdaderamente responsable y fuerte; una voluntad basada en los altos ideales de la paz que se alimenta de la justicia, de la libertad y ¿por qué no decirlo? del perdón y del amor fraterno”, decía el Cardenal Rouco Varela en su discurso al comenzar la Asamblea de la Conferencia Episcopal.
En una cosa se equivoca el Cardenal: se puede perdonar pero no se puede olvidar. No es posible borrar de la memoria las barbaridades. Que las ha habido de ambos bandos. Para olvidar habría que quemar fotos, películas, libros…, y extirpar una parte del cerebro. Olvidar no es un acto de voluntad, perdonar, sí. Cada cristiano debe saber perdonar, y los no cristianos si pueden, también. Sobre todo si los culpables se arrepientan, lo que los que han muerto ya no pueden hacer. Jesucristo nunca dijo que hay que olvidar. Rezó a Dios su Padre diciendo “perdona nuestras ofensas como nosotros también perdonamos a los que nos ofenden”
En una cosa se equivoca el Cardenal: se puede perdonar pero no se puede olvidar. No es posible borrar de la memoria las barbaridades. Que las ha habido de ambos bandos. Para olvidar habría que quemar fotos, películas, libros…, y extirpar una parte del cerebro. Olvidar no es un acto de voluntad, perdonar, sí. Cada cristiano debe saber perdonar, y los no cristianos si pueden, también. Sobre todo si los culpables se arrepientan, lo que los que han muerto ya no pueden hacer. Jesucristo nunca dijo que hay que olvidar. Rezó a Dios su Padre diciendo “perdona nuestras ofensas como nosotros también perdonamos a los que nos ofenden”
El 13 de mayo de 1981, en la Plaza de San Pedro, el Papa Juan Pablo II sufre un atentado a manos del turco Mehemet Ali Agca, quien le dispara desde la multitud a corta distancia y le deja malherido. Más tarde Ali Agca es visitado en la cárcel por el propio Pontífice quien lo perdona. El Papa no lo olvidó, lo perdonó. Eso es ser cristiano.
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