jueves, enero 27, 2011

Juan José Tamayo escribe sobre Hans Küng

Leí en El Correo del 26 enero 2011 el artículo de Juan José Tamayo “Lecciones (que he aprendido) de Hans Küng", y me gustó. También está en Atrio, la web donde Juan José Tamayo colabora, y donde escribí el siguiente comentario:


Son conocidos los esfuerzos ecuménicos de Hans Küng reflejados en sus estudios, como el que se publicó en su libro “El Cristianismo, Esencia e Historia” en 1994, hace ya más de 15 años (antes del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, las guerras de Iraq y de Afganistán), que se introduce como un “estudio exhaustivo sobre el cristianismo que ahonda en el análisis de sus fundamentos con el fin de crear un espacio para el diálogo ecuménico que favorezca la paz mundial, por el cauce de la concordia entre las religiones.” La búsqueda de lo que une en lugar de lo que separa. Y otro libro anterior, “El Cristianismo y las Grandes Religiones”, escrito a partir de conferencias-coloquio que se celebraron en la Universidad de Tubinga en 1982 y que fueron inspiradas “por la necesidad de entablar, desde el cristianismo, un diálogo abierto y sin prejuicios con las tres religiones – islam, hinduismo y budismo.” Fue mucho antes de que Zapatero lanzara lo de la “Alianza de las Civilizaciones”. Resulta muy difícil a la Iglesia institucional y jerárquica de retornar a los orígenes del cristianismo, que son los más auténticos y más fáciles de entender, con frases como “Mi reino no es de este mundo”, que es lo mismo que decir “mi reino no es el Vaticano”. El reino está en el corazón y el alma de las personas, cuando se dan la paz el uno al otro en la misa, cuando se admite que jóvenes de distintas religiones son educados en la fraternidad, sin segregaciones. He tenido un compañero judío belga y tengo otro amigo protestante alemán y seguro que podría tener como amigo a un musulmán “de buena voluntad”. A todos hay que poder decir: “la paz está contigo”… Y los cristianos, que dejan de ir a misa o se borran del registro del bautismo porque algunos sacerdotes han hecho cosas deplorables, no lo han sido nunca de verdad, porque dan más importancia a la persona del sacerdote que celebra la misa que al significado transcendental de la eucaristía. Han renunciado a sentarse a la mesa de la comunión de los cristianos, como lo hizo Jesús con sus apóstoles compartiendo el pan y el vino antes de su muerte. ¡Como le cuesta a la Iglesia retornar a sus orígenes! ¡Cómo le pesa su historia!

1 comentario:

  1. Yo también leí y me gustó este artículo de Tamayo. Coincido básicamente con tus comentarios sobre el mismo. La Iglesia tiene que cambiar, tiene que retomar el espíritu del Vaticano II, tiene que convencerse de que no es el destino del ser humano sino el puente hacia Dios, y un puente tiene que moverse cuando uno de sus extremos va deslizándose por la evolución imparable. La Iglesia tiene que cambiar y no le queda mucho tiempo.
    Jon Azpíroz

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