Oficialmente
hoy, 10 de diciembre, se llama Día Internacional
de los Derechos Humanos. En la página web dice el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon: “Con ocasión
de la conmemoración del vigésimo aniversario de la Declaración y el Programa de
Acción de Viena redoblemos nuestros
esfuerzos para cumplir la responsabilidad colectiva de promover y proteger
los derechos y la dignidad de todas las personas en todo el mundo.”
O sea, en realidad de lo que se trata es de los Deberes Humanos.
El 25 de junio de 1993, representantes de 171
Estados aprobaron por consenso el documento Declaración y Programa de Acción de
Viena de la Conferencia
Mundial de Derechos Humanos. Después de dos semanas de conferencia
mundial presentaron a la comunidad internacional un plan común para el
fortalecimiento de la labor en materia de derechos humanos en todo el mundo.
La Declaración y Programa de Acción de Viena suponía la culminación de un largo
proceso de examen y deliberaciones sobre la situación de los mecanismos de
derechos humanos en el mundo. El documento final convenido en Viena, que
fue aprobado en 1994, reafirmó los principios que habían evolucionado durante
los 45 años anteriores. Entre otras cosas, el reconocimiento de la
interdependencia entre democracia, desarrollo y derechos humanos, allanó el
camino para la cooperación futura entre organizaciones internacionales y los
organismos nacionales en la promoción de todos los derechos humanos, incluido
el derecho al desarrollo.
El derecho al desarrollo… ¿Dónde se está con
ello? ¿Dónde estamos con el deber de dar los medios a la gente de los países “pobres”
para que se puedan desarrollar? Quizás los países “ricos” tienen miedo a que
algún día compitan con ellos. En el preámbulo de la Declaración de los
Derechos Humanos, firmada en 1948, se dice que somos “miembros
de la familia humana”. ¿Se está notando que somos familia? ¿Cumplimos
con nuestros deberes familiares?
He aquí el preámbulo entero y textual:
“Considerando que la libertad,
la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la
dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los
miembros de la familia humana;
Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los
derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia
de la humanidad, y que se ha proclamado,
como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que
los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la
libertad de palabra y de la libertad de creencias;
Considerando esencial que
los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de
que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la
tiranía y la opresión;
Considerando también esencial promover el desarrollo de relaciones amistosas entre las naciones;
Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han
reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana
y en la igualdad de derechos de hombres
y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de
un concepto más amplio de la libertad;
Considerando que los Estados Miembros se han comprometido a
asegurar, en cooperación con la Organización de las Naciones Unidas, el respeto
universal y efectivo a los derechos y libertades fundamentales del hombre, y
Considerando que una
concepción común de estos derechos y libertades es de la mayor importancia para
el pleno cumplimiento de dicho compromiso.
LA ASAMBLEA GENERAL proclama la
presente DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS como ideal
común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a
fin de que tanto los individuos como las
instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la
enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y
aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su
reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de
los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su
jurisdicción.”
“Deben esforzarse”, o dicho con otras palabras, deben cumplir con sus deberes humanos.
A veces (¿?) da la impresión que nos alejamos de
los objetivos en lugar de acercarnos.
Que parece que se ha cumplido con evitar que gente se muera de hambre enviando
alimentos, ropa, etc. Cuando realmente hace falta es que esa gente se pueda
desarrollar. De ellos son los derechos, de nosotros los deberes.
Hay gente desinteresada que van como voluntarios y
voluntarias a estos países. Hay los misioneros que hacen una labor sacrificada
de educación. Pero son muy insuficientes. Si esta educación solo asegura un
desarrollo mental, la gente de estos países siente aún más la desigualdad. Y
entonces, si no tienen medios propios, emigran a los países que han promulgado
los derechos humanos, pero que levantan muros para que no pasen, aunque todos
pertenecen a la “gran familia humana”. Y convierten el documento de la
Declaración de los Derechos Humanos en papel mojado, como el mar que traga a
gente que busca un destino mejor amontonándose en pateras.
Hoy los líderes mundiales prestan honores al
difunto Nelson Mandela en Sudáfrica.
El fue un hombre que sí cumplió con sus deberes humanos. Que sirva de ejemplo.
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