Como
es también conciudadano mío (ambos nacimos en la misma ciudad) este año le he
pedido a Manneken Pis
que me represente ante los lectores, disfrazado de Papa Noël para la ocasión. Según
consta en los archivos de la catedral de Sta. Gudula y San Miguel, nació en 1388
con un cuerpecito de piedra, pero en 1619 lo cambiaron por uno de bronce. Es el
ciudadano más antiguo de Bruselas, pero evidentemente no el más viejo.
El
hombrecito, que no para de mear, simboliza el buen humor de los ciudadanos de
Bruselas, pero también la resistencia. En estas fiestas necesitamos
despreocuparnos un poco de los problemas, y retomar fuerzas para resistir en
2014, que todavía hará falta.
Entre
las leyendas del Hombrecito, la más conocida es la historia de un niño que
salvó Bruselas de la ruina. El enemigo que sitiaba la ciudad quería hacer volar
las gruesas murallas de la ciudad con pólvora. Pero por suerte había un
hombrecito pequeño que sentía necesidades y apagaba la mecha meando encima.
En
1698 el entonces gobernador español, Maximiliano II Emanuel, vistió por primera
vez al hombrecito desnudo. Y en 1747 le pusieron el traje pomposo del rey de
Francia Luis XV. Desde entonces ha recibido con regularidad distintos trajes,
que ya suman más de 800 y que se pueden ver en el museo de la
ciudad, en la Gran Plaza. En alguna ocasión llevó el maillot amarillo del “Tour”
(que no se lo quitaron por dopaje), y en otra los jugadores del Barça le
pusieron su camiseta.
Por
respecto nunca se disfrazó como niño Jesús en Navidad. Tampoco hacía falta porque al nacer estuvo
desnudo como él. Pero sí se disfrazó en San Nicolás, que reparte regalos a los
niños el 6 de Diciembre en Bélgica. No se disfrazó de Rey Mago, porque eran
tres.
En
ocasiones y festividades especiales Manneken Pis mea cerveza o vino. Aquí brindaremos
al Año Nuevo con “Agua de Bilbao”.
¡FELICES
FIESTAS!
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