“Para la mayoría de los hombres la experiencia es como las luces de popa de un barco, que iluminan solo el camino que queda a la espalda.”, dijo Thomas Alva Edison (El celebre inventor de la bombilla, y de 1092 otros inventos, y al que llamaron “El Sabio de Menlo Park”, su ciudad en New Jersey). Podríamos expresarlo también así: Los jóvenes con curiosidad o ambición utilizan toda su capacidad mental para adquirir conocimiento y experiencia. Cuando son mayores y la tienen, muchos pierden la curiosidad y ya no la utilizan, ni la mantienen, ni tampoco usan la capacidad mental que les queda. Corresponde a la primera definición que da la R.A.E.: Experiencia = Hecho de haber sentido, conocido o presenciado alguien algo, porque se refiere al pasado.
Más interesante me parece la segunda definición de la RAE: Práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo, en el supuesto que “prolongada” quiere decir que continúa después de la jubilación. Que no tiene fin mientras el cerebro tenga neuronas vivas y sanas. Si el “algo” es limitado, estamos ante un “experto. Por lo menos si nos creemos lo que ha dicho más de un “sabio”:
Un experto es uno que sabe más y más sobre menos y menos. La cita es de Nicholas Murray Butler, pedagogo y sociólogo norteamericano. Ha sido Premio Nóbel de la Paz y Rector de la Universidad de Columbia de EE.UU.
Un experto es alguien temeroso de aprender algo nuevo, pues dejará entonces de ser un experto, dijo Harry Truman, el que fue Presidente de los EE.UU. al final de la 2ª Guerra Mundial.
Un experto es un hombre que ha dejado de pensar: sabe. Así lo expresó Frank Lloyd Wright, el celebre arquitecto norteamericano que diseñó el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York.
Además ocurre con frecuencia que expertos discrepan sobre lo mismo, porque cada uno ha tenido una “experiencia” diferente, muchas veces no contrastada. Iría más lejos y diría con Lord Bertrand Russell (Famoso matemático y filósofo “profético” inglés del siglo XX): Aún cuando todos los expertos coincidan, pueden muy bien estar equivocados.
Seamos hombres de (no “con”) experiencia, no “expertos”. El experto se estanca si no “experimenta”. Se queda obsoleto. Por lo contrario: Un hombre de experiencia sabe más que un adivino afirma Fedro (Fabulista de la Roma antigua. Dicen que era inferior al francés De la Fontaine, que le imitaba). Evidentemente es una manera de hablar. No se trata de montar un consultorio como el de Rapel o de usar el Tarot. Los adivinos adivinan mucho pero en general saben poco.
Con esto enlazo directamente con la quinta y última definición que da la R.A.E. de la experiencia, “by-passando” la 3ª y 4ª porque no vienen a cuenta). Es una sola palabra: “Experimento”. Recordando el Año Mundial de la Física, también conviene citar a Albert Einstein, quien nos dice: La única fuente del conocimiento es la experiencia (en el sentido del experimento). George Bernard Shaw lo ha dicho de otro modo: Un hombre es sabio no en proporción a su experiencia, sino a su capacidad de experimentar. En el diccionario ESPASA la experiencia se define en primer lugar como: Enseñanza que se adquiere con la práctica. Una conclusión que puede sonar cruda: Si cinco años después de haberte jubilado no has practicado o no has experimentado, ya no tienes experiencia. Hoy tenemos una fuente de experiencia inagotable y sin límites geográficos: Internet. Es la biblioteca global, la revista universal, actual como la hora de nuestro reloj. Hay que aprovecharla.
En resumen, seamos hombres de experiencia “continua”, sin final, pero con humildad, porque: La experiencia es un sabio hecho a trompicones. Dixit el poeta y político asturiano, Ramón de Campoamor, activo hasta su muerte.
¡Qué difícil es definir las cosas! Y cuando tienen tanto contenido, siempre se quedan cortas.
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