El diccionario de la RAE define la soledad como la “carencia voluntaria o involuntaria de compañía”, y también “pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo”
Está claro que la soledad involuntaria no es buena. "La soledad es la más terrible de las miserias" dijo la Madre Teresa de Calcuta.
La voluntaria es buena, pero depende...
Leo en un artículo en Psicología la Guía 2000: “Se puede interpretar la soledad de dos maneras: estar solo o sentirse solo”, y “Sentirse solo es diferente, porque uno se puede sentir solo también en compañía. El sentimiento de soledad está relacionado con el aislamiento, la noción de no formar parte de algo, la idea de no estar incluido en ningún proyecto y entender que a nadie le importamos lo suficiente como para pertenecer a su mundo.” Puede ser la manifestación de un egocentrismo que no penetra en el propio ego.
Estar solo de vez en cuando es saludable para la mente. En realidad no estás solo, estás contigo mismo, miras a ti mismo, reflexionar contigo mismo. Es hacer una pausa en tu vida. Dice el artículo: “Solamente cuando estamos solos podemos ponernos en contacto con nosotros mismos. Esa oportunidad nos permite vernos y evaluar si realmente somos como queremos ser y si estamos haciendo lo que deseamos hacer; y si esa imagen no estuviera de acuerdo con nuestras expectativas, es el momento de preguntarnos, que es lo que estamos haciendo ahora para lograrlo.”
Me acuerdo que en el último año de secundaria nos llevaron a un monasterio para reflexionar sobre la carrera profesional que queríamos elegir. Una elección importante que influye en el resto de la vida. Hoy quizás ya no se hacen estos retiros… Sin embargo, se haga como se haga, nuestro futuro personal exige una reflexión seria. Primero informarse y dejarse orientar desde fuera, y después, “ponernos en contacto con nosotros mismos”.
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