La trapense se fabrica sin prisas, desde el siglo XIX, dejando actuar la naturaleza, lo cual favorece su calidad. Se elaboran exclusivamente con ingredientes naturales y levadura de producción propia. Las abadías están unidas en la International Trappist Association, que controla la calidad y vigilan a que otros cerveceros no usen la denominación. La mayoría de las abadías producen dos tipos que se venden, la Tripel y la Dubbel, y a veces otra, como la Extra de Westmalle, de consumo exclusivo interno.
Los monjes lo hacen sin ánimo de lucro. Algunas abadías tienen una producción muy limitada y sólo es vendida al público dentro de la abadía o también en tiendas o cafés en el vecindario. Los ingresos son solo para el mantenimiento de la abadía y la subsistencia de los monjes, y en el caso de que producen cantidades comerciales (Westmalle, Chimay, Orval), también para obras sociales o para otras abadías. Dicen los monjes “Hacemos cerveza para vivir, pero no vivimos para hacer cerveza”. La abadía de San Sixto, por ejemplo, produce la misma cantidad desde hace 55 años y a pesar de la gran demanda no la han querido aumentar. La marca es Westvleteren (¡Ojo! no confundir con la marca St. Sixtus de la cervecera alemana Hohenthanner, no es una cerveza trapense). Cualquier cervecero normal habría tenido la tentación de aumentar la producción sobre todo sabiendo que una de las cervezas de esta abadía fue elegida “la mejor del mundo” en 2005 en la página web internacional ratebeer.com. Solo se puede obtener una caja de 24 botellas al mes por encargo y recogiéndola en la tienda de la abadía. Así que menos de una botella al día, bebiendo solo, sin compartirla. Lo cual no aconsejan, porque también hay venden una caja regalo que dice: “Toda vida auténtica es encuentro”. Además se cuida la ecología ya que se reciclan las botellas y las cajas de madera. Hay que pagar por ellas, y se devuelve el dinero cuando se devuelven en buen estado y limpio.
¿Cómo se conservan y se sirven? Lo ideal es dejar reposar la botella en un lugar oscuro entre 8 y 14 ºC durante al menos una semana, para que se decante la levadura en el fondo. Se sirve a la misma temperatura en un vaso ancho, típico de las cervezas trapenses. Sin grasa para que se mantenga la espuma. Hay que inclinar el vaso y verter la cerveza por el borde y servir sin interrupción para obtener un cuello de espuma perfecto. Si hay levadura en el fondo de la botella, deja un centímetro en la botella. No hay que tirarlo, se puede tomar aparte porque es rico en vitamina B. Se puede tomar con queso, preferiblemente los quesos artesanales de los trapenses que se fabrican con la leche de las vacas de la propia abadía, por ejemplo de Westmalle, o de Orval.
moderación, no como estos dos de la foto.
Las páginas web:
Estupendo Post. Cuando vengais a Vigo, comentadme para tomar unas ostras con Orval. "El anillo de la princesa recogido de la "Ría", en lugar de el río.
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